A partir de la grabaci�n, algo en su mente comenz� a resquebrajarse. Dorm�a con la puerta cerrada con llave, evitaba los espejos del ba�o, y pasaba m�s tiempo fuera de la casa, caminando por senderos vac�os donde el silencio no pesaba tanto.
Pero cada noche, regresaba. Y el espejo estaba all�. Esperando.
Una tarde encontr�, en el desv�n, una caja con objetos personales: collares, una Biblia con notas en los m�rgenes, y un cuaderno forrado en terciopelo. No ten�a t�tulo, ni nombre. Solo p�ginas cubiertas de escritura apretada.
"No todas las generaciones pueden escapar."
"El espejo no da nada sin tomar."
"Vi a mi hermana en el reflejo antes del incendio. Ya estaba muerta, pero no lo sab�amos."
Clara ley� durante horas. No sab�a si lo que su abuela hab�a escrito era real o delirio, pero cada palabra parec�a moverse con intenci�n propia, como si revelara algo solo a medida que ella lo aceptaba.
Esa noche, decidi� enfrentar al espejo sin barreras.
Encendi� velas. Se sent� frente a �l. Respir� hondo.
- �Qu� eres? - pregunt� al vac�o.
No hubo respuesta, pero el cristal vibr� ligeramente. La superficie se ondul� como agua quieta al recibir una gota. Y entonces, las im�genes comenzaron.
Una ni�a peque�a, con trenzas, en una habitaci�n llena de humo. Gritaba el nombre de alguien: "Luc�a, no entres, no entres - "
Un hombre mayor, arrodillado frente al espejo, repitiendo: "Devu�lvemela, por favor."
Rosal�a, mucho m�s joven, cort�ndose la palma de la mano y presion�ndola contra el marco del espejo.
Clara sinti� un ardor en el pecho. Se toc� la piel bajo la clav�cula y encontr� una marca: una l�nea delgada, roja, que no estaba all� la noche anterior.
El espejo ahora no solo mostraba cosas. Estaba tomando cosas.
Cuando intent� apartarse, vio algo que la detuvo en seco.
La habitaci�n segu�a all�? pero sin ella. La cama vac�a. Las velas apagadas. La silla en la que estaba sentada? vac�a.
- �D�nde estoy? - murmur�, con la voz temblorosa.
Su reflejo apareci� de pronto, de pie detr�s de ella, mir�ndola con una expresi�n vac�a, casi condescendiente. Luego levant� la mano y se�al� directamente hacia el vidrio.
Clara gir� lentamente. Nada. Pero al volver a mirar al espejo, algo brillaba en su reflejo. Un colgante que no hab�a visto antes. Lo reconoci�: era el mismo que llevaba la mujer de la foto sepia. La que estaba con Rosal�a.
El reflejo sonri�.
No como una burla.
Sino como una promesa.
Esa noche no pudo dormir. Porque incluso con los ojos cerrados, segu�a viendo el espejo.
Y sab�a que el espejo tambi�n la estaba viendo a ella.