Hab�a una vez, en un bosque lejano, un peque�o �rbol llamado Lino. Aunque era joven y peque�o, ten�a un coraz�n lleno de sue�os y deseos de ser especial. Cada noche, miraba hacia el cielo y admiraba la estrella m�s brillante que parpadeaba en lo alto, deseando poder alcanzar alguna vez esa luz tan hermosa.
Una noche, mientras la luna iluminaba suavemente las ramas de Lino, una estrella cay� del cielo y qued� atrapada en una rama cercana. La estrella era peque�a pero brillante, y parec�a muy triste. Lino, con su voz suave y amable, le pregunt�: "�Por qu� est�s triste, estrella brillante?"
La estrella respondi� con una chispa de tristeza en su luz: "He ca�do del cielo y ahora no puedo volver. Me siento sola y perdida."
Lino, conmovido, le dijo: "No est�s sola. Yo tambi�n soy peque�o y a veces me siento insignificante, pero juntos podemos buscar una forma de que vuelvas a las alturas."
Decididos a ayudar a su nueva amiga, el peque�o �rbol y la estrella brillante idearon un plan. Lino, con sus ramas fuertes, intent� alcanzar la estrella para devolverla al cielo. Aunque no pod�a llegar muy alto, se esforz� al m�ximo, extendiendo sus ramas con cuidado.
La estrella, agradecida por la ayuda, brillaba a�n m�s intensamente y le dijo: "No puedo volver al cielo por m� misma, pero si t� me ayudas a brillar desde aqu�, quiz�s otros puedan verla y recordar que la esperanza siempre brilla, incluso en los momentos dif�ciles."
Con esa luz especial, la estrella empez� a brillar en la rama de Lino, iluminando el bosque con una luz c�lida y brillante. Los animales del bosque, al ver la luz, se reunieron y se sintieron alegres, recordando que la esperanza nunca muere.
Desde entonces, el peque�o �rbol y la estrella brillante compartieron una amistad �nica. Aunque la estrella no pudo volver al cielo, encontr� en Lino un amigo que la ayud� a brillar y a iluminar el bosque, mostrando que a veces, la verdadera magia est� en compartir y en ser un rayo de esperanza para los dem�s.
Y as�, en aquel bosque, el peque�o �rbol y la estrella brillante demostraron que, con amistad y determinaci�n, incluso los sue�os m�s peque�os pueden iluminar el mundo.