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Fiction

El jardín que florece con mentiras

Lira, una joven de corazón tierno y mirada triste, vive en un pequeño pueblo costero. Su madre, una viajera incansable, partió años atrás prometiendo volver, pero nunca regresó. Cuando su hermana menor le pregunta por ella, Lira, incapaz de destruir su esperanza, le miente: *"Volverá pronto."* Esa noche, mientras la niebla cubre el bosque cercano, Lira escucha un susurro en el viento que la guía hasta un sendero oculto. Movida por un sentimiento inexplicable, lo sigue y descubre un claro bañado en luz azul: el inicio del jardín mágico donde florecen las mentiras nacidas del amor.

May 26, 2025  |   2 min read

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vanessa tenorio
El jardín que florece con mentiras
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En lo m�s profundo del Valle de las Voces Silenciosas, donde la niebla parec�a cantar y los �rboles dorm�an de pie, exist�a un jard�n oculto que solo pod�a ser encontrado por quienes alguna vez hab�an mentido con el coraz�n.

Era un jard�n vivo, consciente, y se alimentaba de las mentiras que las personas dec�an no por maldad, sino por amor, miedo o deseo. Sus flores no ten�an nombre, pues cambiaban de forma y color seg�n la historia que alimentaba su ra�z. Algunas brillaban como estrellas atrapadas, otras susurraban secretos al viento con p�talos de papel.

Aquel d�a, una joven llamada Lira lleg� al jard�n. Ten�a el cabello como noche reci�n nacida y los ojos llenos de remordimientos. Hab�a mentido a su hermana menor, dici�ndole que su madre volver�a del mar, aunque sab�a que no era cierto. Lo hizo para proteger su coraz�n, a�n blando como la espuma.

El jard�n la acogi� en silencio.

Donde sus pasos tocaban la tierra, brotaban lirios negros con centros plateados. Cada flor repet�a suavemente su mentira: *"Volver�. Te lo prometo."*

Lira, al ver esto, sinti� una punzada de culpa, pero tambi�n una extra�a paz. El jard�n no la juzgaba. Solo florec�a.

Pronto descubri� un �rbol en el centro, con hojas hechas de cristal ahumado y ra�ces flotantes que no tocaban el suelo. En su tronco, ley� una inscripci�n:

- "Aqu� florecen las verdades disfrazadas. Aqu� se honra el arte de proteger con palabras rotas."

Lira entendi� que no todas las mentiras son oscuras. Algunas son puentes. Otras son escudos. En el jard�n, cada una ten�a un lugar, una forma, un color �nico.

Esa noche, el jard�n le permiti� recoger una sola flor. Lira eligi� una que brillaba con luz azulada y que susurraba su mentira con voz dulce. La llev� consigo, no como castigo, sino como promesa: de hablar siempre con amor, incluso cuando la verdad duela.

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